sábado, 23 de agosto de 2008

El Efecto del Aspecto Facial Medio

Tendencia a preferir los rostros con los ojos, la nariz, los labios y otras características faciales que responden a la media de la población. [1]

Los rostros que se aproximan a los de la mayoría de la población se perciben como más atractivos que los que se desvían de esa media. En este contexto, el término población se refiere al grupo en el que una persona vive o se ha criado, mientras que media es la media aritmética de la forma, el tamaño y la posición de los rasgos faciales. Por ejemplo, si se combinan imágenes de muchos rostros dentro una población para formar una única imagen compuesta, ésta será similar a las configuraciones faciales de los modelos profesionales de esa población. [2]

El efecto del aspecto facial medio probablemente sea resultado de una combinación dentro evolución, prototipos cognitivos y simetría. La evolución mediante la selección natural tiende a dejar fuera a los extremos de una población a lo largo del tiempo. Por tanto, es posible que haya evolucionado hacia una preferencia por lo corriente como un indicador de salud general. Los prototipos cognitivos son representaciones mentales que se forman a través de la experiencia. Cuando vemos los rostros de otras personas, la representación mental de lo que es un rostro se va actualizando mediante un proceso similar a la composición. Si éste es el caso, los rostros medios encajan fácilmente con los prototipos cognitivos y contribuyen a crear una determinada preferencia. Finalmente, los rostros medios son simétricos, y la simetría siempre se ha visto como un indicador de salud y bienestar. Los miembros asimétricos de todas las especies tienden a procrear menos y viven menos tiempo (en general, la simetría es el resultado de alguna enfermedad, de la malnutrición o de unos genes defectuosos). [3]

La evolución de las preferencias raciales entre grupos étnicos aislados demuestra la influencia del efecto del rostro medio. Los grupos aislados forman prototipos cognitivos basados en os rostros de su población. Cuando dos de estos grupos se encuentran por primera vez, los miembros del otro grupo siempre les resultan extraños y poco atractivos. El aspecto facial dde los grupos desconocidos se percibe como menos atractivo porque se aleja del aspecto facial medio del grupo conocido. Cuando tales diferencias van resultando cada vez más familiares, los prototipos congnitivos se actualizan y la definición de belleza facial cambia.

El aspecto facial medio de una población constituye un clara señal de belleza para esa población. Existen otros elementos que contribuyen al atractivo (por ejemplo, la sonrisa frente al ceño fruncido), pero los rostros que no son medios no se perciben como atractivos. Utilice imágenes compuestas creadas a partir de rostros del tipo del público al que va dirigido el diseño para indicar las percepciones de belleza. Considere el empleo de la composición y el retoque digitales para desarrollar rostros atractivos a partir de caras comunes con fines publicitarios, sobre todo cuando no disponga de modelos reales o el presupuesto sea ajustado.

Véanse también los principios de: Connotaciones positivas del atractivo físico, Connotaciones de los rostros aniñados, El modelo mental, La distribución normal, La simetría.
El aspecto facial medio de una población es también e más atractivo. En esta muestra de cuatro hombres y cuatro mujeres se han creado dos generaciones de compuestos para demostrar el efecto. Los rasgos faciales únicos y sobresalientes se minimizan y se mejora la simetría global.


[1] También denominado "efecto MAFA" (del inglés most average facial appearance).

[2] La obra fundamental sobre el efecto del aspecto facial medio es: "Attractive Faces are Only Average", de Judith H. Langlois y Lori A. Roggman, Psychological Science, 1990, vol. 1, págs. 115-121

[3] Véase, por ejemplo, "Development Stability, Disease, and Medicine", de Randy Thornhill y Anders P. Moller, Biological Reviews, 1997, vol. 72, págs. 497-548.


William Lidwell; Kritina Holden; Jill Butter. Principios Universales de Diseño. Barcelona, Blume, 2006. pp 138-139.
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