martes, 27 de mayo de 2008

Hacia una óptica Realista del Arte

Estoy en un curso de mecanografía y redacción, y este es mi ejercicio de hoy.

Lo postié en este blog de diseñografía, y continúa con el tema de ¿cómo se malean los diseñadores? Les traigo un fragmento de un libro que no hace mucho terminé de leer y me gustó bastante. Se llama El Manual del Arte Contemporáneo de Tumbona Ediciones, una editorial que promueve libros de un género al que llama 'riesgo intelectual', muy curadas. Espero la introducción y se animen a leerlo, pues es un libro muy recomendable.



EL CASO DE LOS LENTES ROSADOS
(HACIA UNA ÓPTICA REALISTA DEL ARTE)
Todo aquel que se inicie en el mundo del arte debe olvidar de entrada cualquier preconcepción idealista y eliminar cualquier sabor amargo que le haya quedado de sus experiencias primigenias. Muchos de los que incursionan en el medio - por ejemplo, los estudiantes que se invoucran en la creacion o en el estudio de la historia del arte - suelen tener experiencias tempranas que más tarde los vuelven altamente negativos, hostiles - y acaso suicidads. En ocasiones, su decepcion es tan profunda que dejan de encontrar valor alguno en el arte y, sin tener la posibilidad o el deseo de abandonarlo, permanecen en él a regañadientes haciendo sus vidas, y las de aquellos que los rodean, en extremo penosas - convirtiéndose, por ejemplo, en profesores de arte que sabotean las carreras de sus descendiente generacionales, o bien, en críticos, que obstaculizan el desarrollo de todos los artistas o, incluso, en administradores, que sabotean tanto a los artistas como al publico.

Esto se origina en el hecho de que, al ingresar en el mundo del arte, se posee un gran idealismo y aspiraciones únicas, y se espera obtener cosas como gratificación espiritual y metafísica, por no mencionar toda una variedad de aventuras y exóticas experiencias culturales inspiradas en capítulos apasionantes de la historia del arte (Gauguin en Haití, las fiestas de Warhol en el Factory, etc.), así como la posibilidad de formar parte de una élite cultural que equilibra extremadamente bien la sofisticación intelectual y el sentido de la moda y la diversión.

En efecto, ¿quién no quisiera formar parte de las exclusivas páginas de Artforum, los delirios festivos en Art BAsel Miami y la bienal de Venecia, las glamorosas vidas de los artistas famosos, la profusa circulación de cocaína en las fiestas? Lo que suele encontrar el novicio ,en cambio, es una realidad muy distinta. Pocos quieren ver las diapositivas de los artistas primerizos y el rechazo se convierte para ellos en una experiencia rutinaria; los curadores jóvenes padecen pasantías gratuitas dentro de cubículos de museos, sacando fotocopias por espacio de cuatro o cinco años antes de poder entrar a una junta y participar en cualquier decisión de peso en la programación de una exposición. A los críticos rara vez se les paga -si es que consiguen publicar- y pocas veces logran decidir el tema acercad del cual escribirán. A los historiadores del arte se les obliga cruelmente a leer a Rosalin Krauss y se les somete a una intimidante jerarquía académica. Con experiencias formativas como éstas, es natural que los embargue una profunda decepción. Para superar estas primeras impresiones negativas es fundamental comprender la naturaleza peculiar de la disciplina de las artes visuales.

El arte es una profesión poco común que se define mejor como una religión empresarial, pues ofrece posibilidades de satisfacción espiritual, pero a la vez opera como cualquier empresa individual de nuestro mundo capitalista. Al comenzar su relación con el arte, el novicio idealista supoe que se encuentra ante una vocación religiosa, pero en secreto espera unna retribución personal y econoómica que va más allá de la satisfacción interior. Al no recibirla como resultado exclusivo de su riqueza espiritual, se genera gran desconcierto, recelo y amargura. Por otra parte, el novicio, que pocas veces acepta abiertamente su hambre de poder y reconocimiento como motivadores legítimos de su incursión en el campo, tendrá que lidiar algún día con su insatisfacción reprimida. Esta es la razón por la que aquellos que incursionan en el mundo del arte con mayor devoción espiritual que pragmatismo se decepcionan muy rápidamente, mientras que aquellos que lo hacen con gran pragmatismo y poco interés en la transformación espiritual suelen ser quienes integran con mayor facilidad.

Es desafortunado, pensarán algunos, el hecho de que una actividad tan trascendente y de vital importancia para el espíritu como lo es el arte tenga que depender de directivas económicas; pero es necesario aceptarlo y aprender a vivir con ellas, de la misma manera que aquellos que buscan llegar a altos niveles en su carrera religiosa tienen que aceptar las reglas que les establece su iglesia.

Contribuir al aprendizaje de estas reglas básicas de supervivencia es la manera en que nosotros podemos aportar nuestro granito de arena al medio. Quien siga estos principios puede estar seguro de que ha cumplido con todo lo necesario para convertirse en un integrante activo y admirado de la escena artística.

Para desentrañar los complejos procesos a los que obedece el mundo del arte, es importante primero reconocer con claridad los diferentes protagonistas que lo conforman, así como las características que los definen. El papel que juega cada miembro del medio artístico es, a su manera, fundamental para el funcionamiento adecuado del sistema en su conjunto. En este manual nos concentraremos particularmente en los siguientes jugadores clave, a los que dedicamos secciones individuales: el artista, el curador, el crítico, el galerista, el coleccionista y el director de museo.

Aunque esta lista no incluye a otros jugadores importantes del medio (el historiador de arte, el docente, etc.), hemos puesto énfasis sólo en estos seis personajes clave para que el lector pueda comprender mejor las dinámicas dominantes del mundo del arte.
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